Dylan Thomas
Cualquiera que haya visto la película Interstellar (2014) recordará nuestro poema de la semana recitado por Michael Caine en un momento muy significativo de la obra. El poema es un canto a la vida mientras esperamos que la oscuridad nos devore a todos al final del camino. En estos días del final del año, en los que la luz nos acompaña menos horas, es un poema muy adecuado para reflexionar si hemos luchado lo suficiente.
DO NOT GO GENTLE INTO THAT GOOD NIGHT
Do not go gentle into that good
night,
Old age should burn and rave at
close of day;
Rage, rage against the dying of the
light.
Though wise men at their end know
dark is right,
Because their words had forked no
lightning they
Do not go gentle into that good
night.
Good men, the last wave by, crying
how bright
Their frail deeds might have danced
in a green bay,
Rage, rage against the dying of the
light.
Wild men who caught and sang the
sun in flight,
And learn, too late, they grieved
it on its way,
Do not go gentle into that good
night.
Grave men, near death, who see with
blinding sight
Blind eyes could blaze like meteors
and be gay,
Rage, rage against the dying of the
light.
And you, my father, there on the
sad height,
Curse, bless, me now with your
fierce tears, I pray.
Do not go gentle into that good
night.
Rage, rage against the dying of the
light
NO ENTRES DÓCILMENTE EN ESA BUENA NOCHE
No entres dócilmente en esa
buena noche,
la vejez debe arder y delirar
al acabar el día;
rabia, rabia ante la muerte de
la luz.
Aunque el sabio sepa al llegar
su fin que es justa la tiniebla,
porque sus palabras no
desataron el relámpago, él
no entra dócilmente en esa
buena noche.
Los hombres de bien, en la
última ola, que se lamentan
del brillo con que pudo danzar
su frágil gesta en una verde bahía,
rabian, rabian ante la muerte
de la luz.
Los locos que atraparon al
vuelo al sol y lo cantaron,
y descubren, ya tarde, que solo
lo lloraron a su paso,
no entran dócilmente en esa
buena noche.
Los hombres graves,
moribundos, que ven con vista ciega
que el ojo ciego puede arder
cual meteoro y ser dichoso,
rabian, rabian ante la muerte
de la luz.
Y tú, padre mío, allí en esa
triste altura,
maldice, bendíceme ahora con
tus lágrimas feroces, te lo ruego.
No entres dócilmente en esa
buena noche,
rabia, rabia ante la muerte de
la luz.
Traducción de Andrés
Catalán