domingo, 23 de febrero de 2020

Federico García Lorca
El domingo pasado tuve la suerte de asistir a la puesta en escena de la obra que Lluís Pasqual y Nuria Espert han creado sobre los textos del Romancero gitano de García Lorca. Conserva la actriz a sus 84 años la luz que ilumina por si sola un escenario y recita maravillosamente los versos del poeta granadino. Cerró la función con este poema de Poeta en Nueva York que nos dejó sobrecogidos a los espectadores.

GRITO HACIA ROMA (DESDE LA TORRE DEL CHRYSLER BUILDING)

 

Manzanas levemente heridas

por finos espadines de plata,

nubes rasgadas por una mano de coral

que lleva en el dorso una almendra de fuego,

Peces de arsénico como tiburones,

tiburones como gotas de llanto para cegar una multitud,

rosas que hieren

y agujas instaladas en los caños de la sangre,

mundos enemigos y amores cubiertos de gusanos

caerán sobre ti. Caerán sobre la gran cúpula

que untan de aceite las lenguas militares

donde un hombre se orina en una deslumbrante paloma

y escupe carbón machacado

rodeado de miles de campanillas.

 

Porque ya no hay quien reparta el pan ni el vino,

ni quien cultive hierbas en la boca del muerto,

ni quien abra los linos del reposo,

ni quien llore por las heridas de los elefantes.

No hay más que un millón de herreros

forjando cadenas para los niños que han de venir.

No hay más que un millón de carpinteros

que hacen ataúdes sin cruz.

No hay más que un gentío de lamentos

que se abren las ropas en espera de la bala.

El hombre que desprecia la paloma debía hablar,

debía gritar desnudo entre las columnas,

y ponerse una inyección para adquirir la lepra

y llorar un llanto tan terrible

que disolviera sus anillos y sus teléfonos de diamante.

Pero el hombre vestido de blanco

ignora el misterio de la espiga,

ignora el gemido de la parturienta,

ignora que Cristo puede dar agua todavía,

ignora que la moneda quema el beso de prodigio

y da la sangre del cordero al pico idiota del faisán.

 

Los maestros enseñan a los niños

una luz maravillosa que viene del monte;

pero lo que llega es una reunión de cloacas

donde gritan las oscuras ninfas del cólera.

Los maestros señalan con devoción las enormes cúpulas sahumadas;

pero debajo de las estatuas no hay amor,

no hay amor bajo los ojos de cristal definitivo.

El amor está en las carnes desgarradas por la sed,

en la choza diminuta que lucha con la inundación;

el amor está en los fosos donde luchan las sierpes del hambre,

en el triste mar que mece los cadáveres de las gaviotas

y en el oscurísimo beso punzante debajo de las almohadas.

 

Pero el viejo de las manos traslucidas

dirá: amor, amor, amor,

aclamado por millones de moribundos;

dirá: amor, amor, amor,

entre el tisú estremecido de ternura;

dirá: paz, paz, paz,

entre el tirite de cuchillos y melones de dinamita;

dirá: amor, amor, amor,

hasta que se le pongan de plata los labios.

 

Mientras tanto, mientras tanto, ¡ay!, mientras tanto,

los negros que sacan las escupideras,

los muchachos que tiemblan bajo el terror pálido de los

directores,

las mujeres ahogadas en aceites minerales,

la muchedumbre de martillo, de violín o de nube,

ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro,

ha de gritar frente a las cúpulas,

ha de gritar loca de fuego,

ha de gritar loca de nieve,

ha de gritar con la cabeza llena de excremento,

ha de gritar como todas las noches juntas,

ha de gritar con voz tan desgarrada

hasta que las ciudades tiemblen como niñas

y rompan las prisiones del aceite y la música,

porque queremos el pan nuestro de cada día,

flor de aliso y perenne ternura desgranada,

porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra

que da sus frutos para todos.
 

 

 

 

 

 

 

domingo, 16 de febrero de 2020

Octavio Paz
Ahora que ya ha pasado el bullicio comercial que rodea al amor en este mes, hemos decidido apostar por un poema de amor o incluso de odio. Ya lo decía Catulo, Odi et amo, la línea entre el amor y el odio es muy delgada. Octavio Paz escribió este poema extraordinario, donde la pasión y la naturaleza se entrelazan.

     DOS CUERPOS

 

Dos cuerpos frente a frente

son a veces dos olas

y la noche es océano.

 

Dos cuerpos frente a frente

son a veces dos piedras

y la noche desierto.

 

Dos cuerpos frente a frente

son a veces raíces

en la noche enlazadas.

 

Dos cuerpos frente a frente

son a veces navajas

y la noche relámpago.

 

Dos cuerpos frente a frente

son dos astros que caen

en un cielo vacío.
 

domingo, 9 de febrero de 2020

José Ángel Valente
La singularidad de la obra de José Ángel Valente hacen de él uno de los poetas más destacados de la lírica del siglo XX. Su absoluta independencia de grupos poéticos y su búsqueda de un lenguaje propio, despojado de todo artificio le dan a su poesía una profundidad y sentimiento esenciales y únicos. Es el caso de nuestro poema de la semana en el que consigue trascender el dolor de la pérdida.


 

No estabas tú, estaban tus despojos.

 

Luego y después de tanto

morir no estaba el cuerpo

de la muerte.

Morir

no tiene cuerpo.

Estaba

traslúcido el lugar

donde tu cuerpo estuvo.

 

La piedra había sido removida.

 

No estabas tú, tu cuerpo, estaba

sobrevivida al fin la transparencia.
 

 

 

 

 

domingo, 2 de febrero de 2020

Roberto Juarroz
El poeta argentino Roberto Juarroz (1925-1995) fue traductor, profesor universitario y crítico literario. Abandonó el país con la llegada de Perón al poder. A su vuelta fue elegido miembro de la Academia Argentina de las Letras. Su obra, publicada bajo el título de Poesía vertical, es un ejemplo de búsqueda del absoluto real, "la vida no fosilizada o desfosilizada del lenguaje". Nuestro poema de la semana ahonda en la fragilidad de la existencia humana si el corazón no llena nuestra vida.

Hay corazones sin dueño...

 

Hay corazones sin dueño,

que no tuvieron nunca la oportunidad

de regir como un péndulo casi atroz

el laborioso espasmo de la carne.

 

Hay corazones de repuesto,

que esperan sabiamente

o por quién sabe qué mandato

el momento de asumir su locura.

 

Hay corazones sobrantes

que se descuelgan como puños de contrabando

desde la permanente anomalía

de ser un corazón.

 

Y hay también un corazón perdido,

una campana de silencio,

que nadie sin embargo ha encontrado

entre todas las cosas perdidas de la tierra.

 

Pero todo corazón es un testigo

y una segura prueba

de que la vida es una escala inadecuada

para trazar el mapa de la vida.