Hogares
Asistimos estos días entre fascinados y sobrecogidos a la erupción del volcán de la isla de La Palma: la naturaleza en estado puro, situando a los humanos en nuestro lugar. Son muchas las personas que lo han perdido todo y ese terrible pesar no nos puede dejar indiferentes. Por eso, cuando me crucé casualmente con este poema de Cristina Angélica, una joven poeta nacida en Caracas, residente en Málaga, inmediatamente me vino la imagen de la lava del Cumbre Vieja tragándose las esperanzas y los esfuerzos de muchos palmeros. Aunque la autora concibió su poema por su infancia errante en la que las mudanzas eran constantes, su lectura nos acerca la realidad de los sueños rotos, ya sea por un desahucio, una migración o la lava de un volcán.
Propietarios
Porque no poseemos nada,
ni siquiera la vaga sombra del futuro
FRANCISCA AGUIRRE
Me pregunto lo
que supone tener una casa propia, heredada o comprada, pero propia.
Una casa que
nunca has visto vacía,
llena de
cuadros y algún que otro álbum monótono
en donde las
fotos no varían de escenario.
Una casa que
vaya cambiando con los tiempos,
en la que ya no
haya lámparas de araña y ahora las bombillas sean de bajo consumo.
Una casa
amplia, familiar, de todos.
Me pregunto si
alguna vez alguien
imaginó su casa
vacía, muda.
Paredes que ya
no le pertenecen a nadie,
losas que no
darán más bienvenidas
y puertas que
no volverán a abrirse.
Me imagino si
alguna vez
alguien imaginó
su herencia,
un folio en
blanco
en dónde no es
dueño de nada,
en dónde ni
siquiera figura su nombre.
La única
herencia que me queda
son un montón
de fotos, en casas distintas,
como si fueran
de otras épocas,
de familias
diferentes
que solo se
parecen a nosotros.
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