domingo, 12 de diciembre de 2021

Dylan Thomas

Cualquiera que haya visto la película Interstellar (2014) recordará nuestro poema de la semana recitado por Michael Caine en un momento muy significativo de la obra. El poema es un canto a la vida mientras esperamos que la oscuridad nos devore a todos al final del camino. En estos días del final del año, en los que la luz nos acompaña menos horas, es un poema muy adecuado para reflexionar si hemos luchado lo suficiente.

                  DO NOT GO GENTLE INTO THAT GOOD NIGHT

 

Do not go gentle into that good night,

Old age should burn and rave at close of day;

Rage, rage against the dying of the light.

 

Though wise men at their end know dark is right,

Because their words had forked no lightning they

Do not go gentle into that good night.

 

Good men, the last wave by, crying how bright

Their frail deeds might have danced in a green bay,

Rage, rage against the dying of the light.

 

Wild men who caught and sang the sun in flight,

And learn, too late, they grieved it on its way,

Do not go gentle into that good night.

 

Grave men, near death, who see with blinding sight

Blind eyes could blaze like meteors and be gay,

Rage, rage against the dying of the light.

 

And you, my father, there on the sad height,

Curse, bless, me now with your fierce tears, I pray.

Do not go gentle into that good night.

Rage, rage against the dying of the light

 

 

 

                                                                                 

              NO ENTRES DÓCILMENTE EN ESA BUENA NOCHE

 

No entres dócilmente en esa buena noche,

la vejez debe arder y delirar al acabar el día;

rabia, rabia ante la muerte de la luz.

 

Aunque el sabio sepa al llegar su fin que es justa la tiniebla,

porque sus palabras no desataron el relámpago, él

no entra dócilmente en esa buena noche.

 

Los hombres de bien, en la última ola, que se lamentan

del brillo con que pudo danzar su frágil gesta en una verde bahía,

rabian, rabian ante la muerte de la luz.

 

Los locos que atraparon al vuelo al sol y lo cantaron,

y descubren, ya tarde, que solo lo lloraron a su paso,

no entran dócilmente en esa buena noche.

 

Los hombres graves, moribundos, que ven con vista ciega

que el ojo ciego puede arder cual meteoro y ser dichoso,

rabian, rabian ante la muerte de la luz.

 

Y tú, padre mío, allí en esa triste altura,

maldice, bendíceme ahora con tus lágrimas feroces, te lo ruego.

No entres dócilmente en esa buena noche,

rabia, rabia ante la muerte de la luz.

 

 

                                          Traducción de Andrés Catalán




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