domingo, 31 de mayo de 2020

Federico García Lorca
Poeta en Nueva York es uno de los libros decisivos de la lírica del siglo XX. Federico García Lorca viajó a Nueva York en junio de 1929 y se sintió primero fascinado por la vida de la metrópoli para pasar después a experimentar hastío por la deshumanización de la ciudad y la marginación de las minorías. La experiencia vivida cambia su poesía y nos deja poemas maravillosos como esta aurora que, casi un siglo después, sigue vigente en nuestro mundo.

La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.

La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.

La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.

Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.

La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
                  como recién salidas de un naufragio de sangre.


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