La semana que comienza visitará Marbella de nuevo Manuel Vilas para charlar sobre la memoria, así que desde este blog queremos rendirle un pequeño homenaje con uno de los poemas que cierran Ordesa, su celebrada novela. La obra más que una novela es una suerte de "autoficción" del autor y su familia, pero también de todos nosotros, los coetáneos de Vilas, que nacimos en aquella España del desarrollismo de los años 60. Todos podemos reconocernos en esa familia, en su esfuerzo por mejorar de vida y en cómo las vanas esperanzas se disuelven poco a poco en nada. Libro único y emocionante, recomendamos desde aquí su lectura a todos los que todavía no lo hayan hecho.
Retrato
E tan valiente
J.
MANRIQUE
De
cabeza grande, hermanada con el sol.
De
manos abiertas, como el firmamento.
Elegante
y anticuado,
coronel
de arterias
y
falanges decepcionadas.
Piel
enrojecida y pelo blanco siempre.
Nunca
fue nadie y nada tuvo,
ni
poder ni dinero.
Tuvo
un coche viejo, que ya murió.
Medía
un metro ochenta.
Vivió
como si no existiese España,
la
Historia y el Mundo.
Como
si no existiese el Mal.
Le
gustaban los pueblos tranquilos de Huesca
y
las montañas serenas.
Antes
de convertirse
en
un ser humano llamado Vilas
fue
un silencio cósmico.
Antes
de convertirse
en
el hombre más alto de mi infancia
fue
un desconocido.
Dueño
de nuestra verdad, se la llevó muy lejos.
Los
muertos esperan nuestra muerte si algo esperan.
Brindo
por tu misterio.
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