domingo, 14 de febrero de 2021

Juan Antonio González Iglesias

Al margen de campañas comerciales e invitaciones al consumo el amor debería celebrarse todos los días. En nuestro poema de la semana se respira amor carnal partiendo de una afirmación con ecos religiosos, el cuerpo y la palabra se entrelazan en una hermosa imagen.

Esto es mi cuerpo...

 

Esto es mi cuerpo. Aquí

coinciden el lenguaje y el amor.

La suma de las líneas

que he escrito ha dibujado

no mi rostro, sino algo más humilde:

mi cuerpo. Esto que tocas es mi cuerpo.

Otro lo dijo

mejor. Esto que tocas

no es un libro, es un hombre.

Yo añado que esto que te toca ahora

es un hombre.

Soy yo, porque no hay

ni una sola sílaba que esté libre de amor,

no hay ni una sola sílaba

que no sea un centímetro

cuadrado de mi piel.

En el poema soy acariciable

no menos que en la noche, cuando tiendo

mi sueño paralelo al sueño que amo.

No mosaico, ni número, ni suma.

No sólo eso.

Esto es una entrega. Soy pequeño

y grande entre tus manos.

Ésta es mi salvación. Éste soy yo.

 

Este rumor del mundo es el amor.



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