Juan Antonio González Iglesias
Al margen de campañas comerciales e invitaciones al consumo el amor debería celebrarse todos los días. En nuestro poema de la semana se respira amor carnal partiendo de una afirmación con ecos religiosos, el cuerpo y la palabra se entrelazan en una hermosa imagen.
Esto
es mi cuerpo...
Esto es mi cuerpo. Aquí
coinciden el lenguaje y el
amor.
La suma de las líneas
que he escrito ha dibujado
no mi rostro, sino algo más
humilde:
mi cuerpo. Esto que tocas es
mi cuerpo.
Otro lo dijo
mejor. Esto que tocas
no es un libro, es un hombre.
Yo añado que esto que te toca
ahora
es un hombre.
Soy yo, porque no hay
ni una sola sílaba que esté
libre de amor,
no hay ni una sola sílaba
que no sea un centímetro
cuadrado de mi piel.
En el poema soy acariciable
no menos que en la noche, cuando
tiendo
mi sueño paralelo al sueño que
amo.
No mosaico, ni número, ni
suma.
No sólo eso.
Esto es una entrega. Soy
pequeño
y grande entre tus manos.
Ésta es mi salvación. Éste soy
yo.
Este rumor del mundo es el
amor.
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