Dulce María Loynaz
La poeta cubana Dulce María Loynaz reivindica en nuestro poema de la semana el territorio mágico de la infancia y la figura de su madre de quien emana ese encanto, aunque uno lo entienda hasta años después. A las madres que echamos de menos cada día está dedicado este poema.
Madre
Como todos los niños, cuando yo lo era, solía preguntar a
mi madre de
dónde me habían
traído…
Y como todas las madres, fabricaba la mía para contestarme,
una tierra
de leyenda o escogía
entre los países del mundo, el que le parecía más
hermoso.
Pero, no sé por qué, recuerdo que, a pesar de su buena
voluntad, una
vaga decepción
seguía siempre a la respuesta; creía yo a mi madre;
pero, una vez
satisfechas mis turbadoras curiosidades, me quedaba
por mucho tiempo
triste.
¿Qué era lo que mi pequeño corazón soñaba entonces? ¿De qué
flor
hubiera querido brotar, de qué nube salir volando como un
pájaro?
No lo sé todavía, y ahora pienso que sólo la verdad era
digna de mi
sueño.
Mi madre no podía ofrecerme nada más hermoso que ella
misma…
Pero si me la hubiera dicho, era su verdad tan maravillosa,
que no la
hubiera creído.
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