Ahora que ya han acabado los fastos comerciales del amor es el momento de dedicar un espacio al tema en nuestro blog. Y que mejor que con Homero (existiera o no, polémica de estudiosos) que en la Odisea canta al amor incondicional de Penélope hacia Odiseo. Tras esperarlo veinte años la esposa modelo para las mujeres de la Antigüedad no puede separar sus brazos del esposo retornado.
Este poema se leyó hace unas semanas en la Villa romana de Río Verde en la emocionante voz de nuestra amiga Andrea Villarrubia. Le damos las gracias desde aquí por recordarnos su magia.
EL DESEO DE PENÉLOPE
Odisea XXIII
233-240
Como cuando la tierra se
aparece, anhelada,
ante unos nadadores cuya
nave bien hecha Poseidón
la llevó a zozobrar,
hostigada por recio viento y olas;
sólo unos pocos huyen a nado
hasta la tierra
del mar emblanquecido:
gruesas costras de sal
se han criado en su piel, y
ponen, anhelantes,
los pies en tierra cuando ya
han dejado
atrás su perdición. Así de
deseable le sabía a Penélope
su esposo al contemplarlo, y
ya no desataba de su cuello
el largo abrazo de sus
brazos blancos.
ὡς δ᾽ ὅτ᾽ ἂν ἀσπάσιος γῆ
νηχομένοισι φανήηι,
ὧν τε Ποσειδάων εὐεργέα νῆ᾽ ἐνὶ
πόντωι
ῥαίσηι, ἐπειγομένην ἀνέμωι
καὶ κύματι πηγῶι·
παῦροι δ᾽ ἐξέφυγον πολιῆς ἁλὸς
ἤπειρόνδε
νηχόμενοι, πολλὴ δὲ περὶ χροῒ
τέτροφεν ἅλμη,
ἀσπάσιοι δ᾽ ἐπέβαν γαίης,
κακότητα φυγόντες·
ὣς ἄρα τῆι ἀσπαστὸς ἔην πόσις
εἰσοροώσηι,
δειρῆς δ᾽ οὔ πω πάμπαν ἀφίετο
πήχεε λευκώ.