Vientos de guerra
En estos días asistimos con preocupación a la escalada de tensión prebélica en las fronteras del este de Europa. La poesía también ha reflexionado sobre los horrores de las guerras. En concreto nuestro poema de la semana es obra de Georg Trakl, un poeta austrohúngaro que participó en la Primera Guerra Mundial como asistente de farmacia. Las experiencias vividas en la batalla de Grodek afectaron a su salud mental y le condujeron meses más tarde al suicidio. Esperemos que los dirigentes mundiales apuesten por la paz.
Grodek
En la noche resuenan los
bosques otoñales
Con letal artillería, y las
doradas planicies,
Los lagos azules permanecen
quietos mientras el sol
Rueda oscuramente arriba; la
noche envuelve
A los agonizantes soldados, el
salvaje lamento
De sus bocas rotas.
Allí, en silencio, sobre los
pastizales
Se amasan rojas nubes que
habita un dios enfurecido,
La sangre vertida con frialdad
lunar;
Todos los caminos desembocan
en negra carroña.
Bajo el dorado follaje de la
noche y las estrellas
Se mecen sombras hermanas a
través de una silenciosa floresta,
Saludando las almas heroicas,
cabezas ensangrentadas;
Y suave suenan al unísono las
oscuras flautas de otoño.
¡Oh, soberbia tristeza!
Altares de plata,
Hoy la ardiente llama del alma
alimenta una pena inmensa,
Los nietos aún no nacidos.