Hay un verso de T.S. Eliot que se escucha mucho estos días "Abril es el mes más cruel". Pertenece a La tierra baldía, uno de los libros claves en la poesía del siglo XX. La obra de Eliot (1888-1965) no es tanto una crítica al mundo contemporáneo alejado de la naturaleza como un lamento por la vida que se nos escapa. El poema es demasiado largo para un blog, pero hemos escogido otro que también reflexiona sobre la fugacidad de nuestra existencia. La traducción es de Jorge Luis Borges.
El primer coro de la roca
Se cierne el águila en la
cumbre del cielo,
el cazador y la jauría cumplen
su círculo.
¡Oh revolución incesante de
configuradas estrellas!
¡Oh perpetuo recurso de
estaciones determinadas!
¡Oh mundo del estío y del
otoño, de muerte y nacimiento!
El infinito ciclo de las ideas
y de los actos,
infinita invención,
experimento infinito,
trae conocimiento de la
movilidad, pero no de la quietud;
conocimiento del habla, pero
no del silencio;
conocimiento de las palabras e
ignorancia de la palabra.
Todo nuestro conocimiento nos
acerca a nuestra ignorancia,
toda nuestra ignorancia nos
acerca a la muerte,
pero la cercanía de la muerte
no nos acerca a Dios.
¿Dónde está la vida que hemos
perdido en vivir?
¿Dónde está la sabiduría que
hemos perdido en conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que
hemos perdido en información?
Los ciclos celestiales en
veinte siglos
nos apartan de Dios y nos
aproximan al polvo.
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