Cuando recibió el pasado viernes el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2019, Siri Hustvedt pronunció un maravilloso discurso en el que aboga por un aprendizaje continuo en el que las preguntas sean la guía y no se excluyan las distintas disciplinas unas a otras. También tuvo un marcado carácter feminista, animando a las niñas a ser partícipes de ese espíritu de superación de los límites marcados.
Aunque su obra poética es escasa, solo el libro de poemas en prosa Reading for you, queremos rendirle con nuestro poema de la semana un merecido homenaje.
En el cielo la princesa llora sobre el cuerpo
del príncipe ciego. Caen dos lágrimas dentro de sus ojos y él puede ver. El
rescate. Las lágrimas. Cuéntamelo otra vez. El pelo que cae de la torre. Dejo
descansar el libro sobre tu pecho, en la cama. Siempre te leeré. Te lo prometo.
Te leeré cuentos siempre, a medida que pasen los años. No te lo dije. Era lo
que quería decir. Recuerdo fragmentos de historias de este libro de mi niñez,
el resto está vacío. Los cisnes que se van volando. La hermana que cose flores
en las camisas. El hermano menor con un ala, un ala de cisne blanco que
sobresale por la camisa inacabada, las plumas tiernas, el flojel, la esposa
malvada por siempre encerrada para que nadie pueda ver su cara nunca, entonces,
ahora, al pasar el tiempo, junta y separada, joven y madura, enferma y
matándose con la bebida en casa. Él guarda silencio. Ahora recuerdo lo que
había olvidado. He olvidado pero cómo es posible que recuerde que olvido. Los
entierros son casi siempre afuera, ponen a los muertos lejos de nosotros, fuera
de la casa. Son omisiones, espacios en blanco en el paisaje, señalados e
inscritos y llevados dentro como si estuvieran vivos. En el vacío, en el día
vacío, hay cosas que se van y que vuelven sólo cuando podemos soportar el
recuerdo. La cruz del santuario está vacía sobre el mantel violeta de la
Cuaresma, la historia después de la muerte, después de morir, después de morir
en la muerte, los que se mueren y los muertos, muertos, muertos.
Quienes nos leían nuestros primeros cuentos ya no están. Hemos crecido y en el camino hemos perdido tanto y a tantos, y el mundo no era tan maravilloso como no lo describían pero aún así creo...que volvería a releerlos, la nostalgia nos devuelve más de lo que esperamos, un abrazo.
ResponderEliminarPreciosa reflexión que compartimos plenamente. Gracias una vez más a nuestra fiel seguidora
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