domingo, 2 de junio de 2019

Kathleen Raine
La semana próxima  se celebra el Día Mundial del Medioambiente, así que que para contribuir a la efeméride hemos recurrido a una poeta que amó la naturaleza por encima de todo. Kathleen Raine (Londres, 1908-Londres, 2003) estudió ciencias naturales en Cambridge y participó del ambiente literario de la universidad. Su obra queda lejos de las corrientes poéticas del siglo XX para centrarse en la búsqueda de la esencia universal del ser humano que ella identifica con el mundo natural. Con palabras sencillas y directas su poesía busca la vuelta al edén en el que haya una comunicación fluida entre la vida interior y la exterior. La traducción la ha realizado Adolfo Gómez Tomé.

I HAD MEANT TO WRITE...

I had meant to write a different poem,
But, pausing for a moment in my unweeded garden,
Noticed, all at once, paradise descending in the morning sun
Filtered through leaves,
Enlightening the meagre London ground, touching with green
Transparency the cells of life.
The blackbird hopped down, robin and sparrow came,
And the thrush, whose nest is hidden
Somewhere, it must be, among invading buildings
Whose walls close in,
But for the garden birds inexhaustible living waters
Fill a stone basin from a garden hose.

I think, it will soon be time
To return to the house, to the day’s occupation,
But here, time neither comes nor goes.
The birds do not hurry away, their day
Neither begins nor ends.
Why can I not stay? Why leave
Here, where it is always,
And time leads only away
From this hidden ever-present simple place.




 
                                   HABRÍA ESCRITO…
Habría escrito un poema diferente,
pero, al detenerme un momento en mi jardín sin desbrozar,
sentí, súbitamente, el paraíso descendiendo en el sol de la mañana
filtrado entre las hojas,
iluminando el suelo exiguo de Londres, tocando con verde
transparencia las células de la vida.
El mirlo bajó de un brinco, vinieron el gorrión y el petirrojo,
y el tordo, cuyo nido, a buen seguro, está oculto
en algún sitio, entre edificios invasores
de muros que asedian,
mas para los pájaros de ciudad inagotables aguas vivas
colman una taza de piedra desde un caño de jardín.
Me digo que pronto será hora
de volver a la casa, al quehacer diario,
pero aquí el tiempo ni viene ni se va.
No se apresuran los pájaros, su día
ni comienza ni termina.
¿Qué me impide quedarme? Por qué dejar
este estado, donde siempre se es,
y sólo el tiempo nos desprende
de este sencillo lugar oculto, siempre presente.
 



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