domingo, 10 de junio de 2018

Sylvia Plath
La poeta norteamericana Sylvia Plath (Boston, Massachusetts, 1932-Londres, 1963) vivió gran parte de su vida sumida en una depresión que la llevó finalmente al suicidio. La devastación interior de su vida se refleja intensamente en su obra. Buscó la libertad en un mundo que la encorsetaba. ¿Qué veía ella en el espejo del poema de la semana? Una realidad de la que ni ella ni sus lectores, perturbados por la emoción,  podemos escapar.

         Mirror

I am silver and exact. I have no preconceptions.
What ever you see I swallow immediately
Just as it is, unmisted by love or dislike.
I am not cruel, only truthful—
The eye of a little god, four-cornered.
Most of the time I meditate on the opposite wall.
It is pink, with speckles. I have looked at it so long
I think it is a part of my heart. But it flickers.
Faces and darkness separate us over and over.
Now I am a lake. A woman bends over me,
Searching my reaches for what she really is.
Then she turns to those liars, the candles or the moon.
I see her back, and reflect it faithfully.
She rewards me with tears and an agitation of hands.
I am important to her. She comes and goes.
Each morning it is her face that replaces the darkness.
In me she has drowned a young girl, and in me an old woman
Rises toward her day after day, like a terrible fish.

 

 

                                                               Espejo

 

Soy de plata y exacto.
No tengo prejuicios.
Todo lo que veo lo trago de inmediato
tal y como es,
sin la turbiedad del amor o de la antipatía.
No soy cruel, solo veraz-
el ojo de un diosecillo con cuatro esquinas-.
La mayor parte del tiempo medito
sobre la pared de enfrente.
Es rosada. Con manchas. La he mirado tanto
que creo que forma parte de mi corazón. Pero se mueve.
Caras y oscuridad nos separan una y otra vez.

Ahora soy un lago. Una mujer se asoma sobre mí,

buscando en mi extensión lo que ella es en realidad.
Luego se vuelve hacia esas embusteras, las velas o la luna.
Veo su espalda y la reflejo con fidelidad.
Me recompensa con lágrimas y gesticula con las manos.
Soy importante para ella. Viene y va.
Cada mañana es su cara lo que sucede a la oscuridad.
En mí ha ahogado una muchacha, y desde mí
una mujer mayor
se eleva hacia ella día tras día, como un pez terrible.

 

2 comentarios:

  1. Bellísimo poema que refleja, como el espejo, ese intento por equilibrar las diversas partes que infieren la turbadora personalidad de Silvia. Un abrazo.

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  2. Gracias por seguirnos cada semana y compartir la belleza del poema

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