domingo, 11 de junio de 2017

Francisco Brines
Francisco Brines es uno de los poetas más reconocidos de la generación de los cincuenta. De tradición mediterránea su poesía tiene un tono elegíaco en la  que los temas más frecuentes son el amor, el paso del tiempo y la muerte. Ese tono predomina en el poema que traemos esta semana, memoria de un pasado que se revive con nostalgia. La luz del verano inunda una vida que tiene sentido cuando se mira atrás a pesar de la erosión del tiempo transcurrido.

             Aquel verano de mi juventud

Y qué es lo que quedó de aquel viejo verano
en las costas de Grecia?
¿Qué resta en mí del único verano de mi vida?
Si pudiera elegir de todo lo vivido
algún lugar, y el tiempo que lo ata,
su milagrosa compañía me arrastra allí,
en donde ser feliz era la natural razón de estar con vida.

Perdura la experiencia, como un cuarto cerrado de la infancia;
no queda ya el recuerdo de días sucesivos
en esta sucesión mediocre de los años.
Hoy vivo esta carencia,
y apuro del engaño algún rescate
que me permita aún mirar el mundo
con amor necesario;
y así saberme digno del sueño de la vida.

De cuanto fue ventura, de aquel sitio de dicha,
saqueo avaramente
siempre una misma imagen:
sus cabellos movidos por el aire,
y la mirada fija dentro del mar.
Tan sólo ese momento indiferente.
Sellada en él, la vida.
 

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