La autora canadiense Anne Carson (Toronto, 1950) es una de las poetas más importantes de las letras anglosajonas. Hace unas semanas Eduardo Lago hacía en el suplemento Babelia un magnífico retrato de la poeta y de cómo el griego se cruzó en su vida a los quince años y marcó su trayectoria vital para siempre. De hecho Anne Carson es profesora de griego en la universidad de Michigan. Además de las referencias al mundo antiguo en su obra tienen cabida el cine, la filosofía, la pintura y el humanismo en general. En nuestro poema de la semana la autora nos enfrenta a nosotros mismos sin rodeos y con una valentía inapelable. La traducción es del poeta venezolano Luis Moreno Villamediana.
Could 1
If you are not the free person you want
to be you must find a place to tell the truth about that. To tell how things go
for you. Candor is like a skein being produced inside the belly day after day,
it has to get itself woven out somewhere. You could whisper down a well. You
could write a letter and keep it in a drawer. You could inscribe a curse on a
ribbon of lead and bury it in the ground to lie unread for thousands of years.
The point is not to find a reader, the point is the telling itself. Consider a
person standing alone in a room. The house is silent. She is looking down at a
piece of paper. Nothing else exists. All her veins go down into this paper. She
takes her pen and writes on it some marks no one else will ever see, she
bestows on it a kind of surplus, she tops it off with a gesture as private and
accurate as her own name.
Podrías 1
Si no eres la persona libre que quieres
ser, busca un lugar donde puedas contar la verdad sobre ello. Contar cómo te va
con todo. La franqueza es como una madeja que se produce a diario en el
vientre, tiene que desenrollarse en algún lado. Podrías susurrar de cara a un
pozo. Podrías escribir una carta y mantenerla guardada en la gaveta. Podrías
escribir una maldición en una cinta de plomo y enterrarla para que nadie la lea
por mil años. No se trata de encontrar un lector, se trata de contar. Piensa en
una persona de pie, sola en un cuarto. La casa está en silencio. La persona lee
un pedazo de papel. No existe nada más. Todas sus venas se pasan al papel. Toma
la pluma y escribe en él unos signos que nadie más va a ver, le confiere así
como una plusvalía,
y todo lo remata con un gesto
tan privado y preciso como su propio
nombre.
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