Para empezar el año disfrutaremos con un hermoso poema del poeta ruso Joseph Brodsky (San Petersburgo, 1940-Nueva York, 1996). El poeta vivió en el exilio más de veinte años después de ser condenado en su país a trabajos forzados por "parasitismo social". Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1987 gracias al cual la difusión de su obra se amplió. Obtuvo la nacionalidad estadounidense y escribió tanto en ruso como en inglés. Su poesía se mueve en una pluralidad de registros: la religiosidad, la amargura del destierro, una visión implacable del desorden del mundo, la elegía y la sátira. El poema de esta semana reflexiona con melancolía sobre el paso del tiempo y celebra lo más importante que tenemos: la vida.
1 DE ENERO DE 1965
Los Reyes Magos olvidarán tu nombre.
Sobre tu cabeza no brillará ninguna estrella.
Sólo persistirá un fatigoso sonido,
el ronco rumor del temporal.
Se proyectarán las sombras desde tus ojos cansados
al morir la solitaria vela junto a tu cama,
pues aquí el calendario sigue criando noches
hasta agotar las reservas de velas.
Sobre tu cabeza no brillará ninguna estrella.
Sólo persistirá un fatigoso sonido,
el ronco rumor del temporal.
Se proyectarán las sombras desde tus ojos cansados
al morir la solitaria vela junto a tu cama,
pues aquí el calendario sigue criando noches
hasta agotar las reservas de velas.
¿Qué provoca esta melancolía?
Una larga melodía familiar.
Vuelve a sonar. Pues adelante.
Que suene desde esta noche.
Que suene en la hora de mi muerte,
como agradecimiento de los ojos y los labios
por aquello que a veces nos empuja a alzar
la mirada a lo profundo del cielo.
Una larga melodía familiar.
Vuelve a sonar. Pues adelante.
Que suene desde esta noche.
Que suene en la hora de mi muerte,
como agradecimiento de los ojos y los labios
por aquello que a veces nos empuja a alzar
la mirada a lo profundo del cielo.
Contemplas en silencio la pared.
Tu calcetín mira boquiabierto: no guarda ningún regalo.
Es evidente que eres ya demasiado viejo
para confiar en el bueno de San Nicolás;
que es ya tarde para milagros.
Pero de repente, al levantar los ojos
hacia la luz del cielo, te das cuenta:
tu vida es un puro regalo.
Tu calcetín mira boquiabierto: no guarda ningún regalo.
Es evidente que eres ya demasiado viejo
para confiar en el bueno de San Nicolás;
que es ya tarde para milagros.
Pero de repente, al levantar los ojos
hacia la luz del cielo, te das cuenta:
tu vida es un puro regalo.
Desde luego que la vida es un puro regalo, a pesar de los pesares. Y uno de ellos es la lectura y nuestros maestros que nos inculcaron el amor por los libros. Los años pasan sin darnos cuenta y cuando creemos que todo ya está aprendido, comprobamos que solo conocemos una ínfima parte de lo que es la literatura. Otro poeta más que habría pasado por desconocido si no lo hubieses mostrado aquí. Gracias una vez más. Un saludo
ResponderEliminarMe alegro mucho de que te hayan gustado los sencillos que no simples versos de Brodsky
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