domingo, 29 de abril de 2018

1 de mayo
En la semana del Día Internacional de los Trabajadores nos acompañará un poema de alguien que no necesita presentación: Mario Benedetti. El poeta uruguayo (1920-2009) se distinguió siempre por su compromiso con los desfavorecidos y su militancia a favor de la libertad y en contra de la opresión de la dictadura en su país, lo que le llevó al exilio. Así que en estos tiempos en los que es más necesaria que nunca la lucha contra los abusos de un mercado laboral salvaje, merece la pena leer poesía que remueve las entrañas y nos empuja a no ceder al egoísmo y defender juntos lo que es justo.

Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

compañero te desvela
la misma suerte que a mí
prometiste y prometí
encender esta candela

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

la muerte mata y escucha
la vida viene después
la unidad que sirve es
la que nos une en la lucha

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

la historia tañe sonora
su lección como campana
para gozar el mañana
hay que pelear el ahora

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

ya no somos inocentes
ni en la mala ni en la buena
cada cual en su faena
porque en esto no hay suplentes

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

algunos cantan victoria
porque el pueblo paga vidas
pero esas muertes queridas
van escribiendo la historia

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero.

 

domingo, 22 de abril de 2018

La fiesta de los libros
Para celebrar el Día del Libro nos acompañará la obra de la poeta cordobesa Ángeles Mora (Rute, 1952). Su dilatada obra ha recibido numerosos premios, entre ellos el Nacional en la modalidad de Poesía. El poema de esta semana convierte a los libros en parte fundamental de nuestra historia íntima, de la construcción de nuestra identidad. Que no pase un día sin que leamos cualquier libro, mejor bueno que malo, pero un libro. No hay vida sin los libros. ¡Feliz fiesta!

COMPAÑÍAS

 

Los libros que he elegido entre todos los libros,

que acaso me buscaron por rutas misteriosas.

Libros que me llevaron en secreto

por senderos del bosque, por rincones perdidos,

calles, encrucijadas, luces

                                            y sombras, vidas

arrojándome al mundo.

 

Las manos que me toman, que yo tomo entre todas

las posibles corrientes sobre el río.

Entre todas las lluvias que he cruzado,

unos brazos tendidos, al fondo de mis pasos,

como un impermeable rojo

puede unirme al olvido.

 

Los labios que me besan, los besos que me hablan.

Una voz entre todas las voces en mi oído.

Una ciudad tan sólo, una sola mirada.

Y los campos, de plumas,

y de amor, las batallas.

domingo, 15 de abril de 2018

Mimnermo de Colofón
El poeta vivió en el siglo VII a. C., pero los escasos versos de su obra que han llegado hasta nosotros reflexionan sobre los temas que han preocupado al hombre en cualquier época: la fugacidad de la vida, el fin de los placeres y el espanto que provoca envejecer. Su obra es una invitación a disfrutar de la existencia concentrada en los dones de Afrodita. Este espíritu fue recogido en Roma por el carpe diem de Horacio y después por toda la tradición occidental de la poesía elegíaca.
 
ἡμεῖς δ΄͵ οἷά τε φύλλα φύει πολυάνθεμος ὥρη

ἔαρος͵ ὅτ΄ αἶψ΄ αὐγῆις αὔξεται ἠελίου͵

τοῖς ἴκελοι πήχυιον ἐπὶ χρόνον ἄνθεσιν ἥβης

τερπόμεθα͵ πρὸς θεῶν εἰδότες οὔτε κακὸν

οὔτ΄ ἀγαθόν· Κῆρες δὲ παρεστήκασι μέλαιναι͵

ἡ μὲν ἔχουσα τέλος γήραος ἀργαλέου͵

ἡ δ΄ ἑτέρη θανάτοιο· μίνυνθα δὲ γίνεται ἥβης

καρπός͵ ὅσον τ΄ ἐπὶ γῆν κίδναται ἠέλιος.

αὐτὰρ ἐπὴν δὴ τοῦτο τέλος παραμείψεται ὥρης͵

αὐτίκα δὴ τεθνάναι βέλτιον ἢ βίοτος·

πολλὰ γὰρ ἐν θυμῶι κακὰ γίνεται· ἄλλοτε οἶκος

τρυχοῦται͵ πενίης δ΄ ἔργ΄ ὀδυνηρὰ πέλει·

λλος δ΄ αὖ παίδων ἐπιδεύεται͵ ὧν τε μάλιστα

ἱμείρων κατὰ γῆς ἔρχεται εἰς Ἀΐδην·

ἄἄλλος νοῦσον ἔχει θυμοφθόρον· οὐδέ τίς ἐστιν

ἀνθρώπων ὧι Ζεὺς μὴ κακὰ πολλὰ διδοῖ.

 

    

 

Nosotros, como las hojas que en la florida

 

primavera brotan ante el sol súbitamente,

 

de la flor juvenil así, por breve tiempo

 

gozamos, ignorando de parte de los dioses

 

el bien y el mal. Pero las negras Keres, al lado

 

nuestro marchan, portando la hastiante vejez,

 

y otra la muerte; efímero duró el fruto en sazón

 

de juventud, el sol brillando ante la tierra.

 

No bien la estación llega su plazo a cumplir,

 

preferible es morir que continuar con vida.

 

No faltarán dolores; unas veces la casa

 

cae en ruinas y así la miseria nos hunde;

 

o se mueren los hijos, y qué nos resta sino

 

marchar hacia su búsqueda en el Hades; tiene otro

 

de enfermedad roído el corazón: no existe

 
                                          entre los hombres quién de Zeus no sufra males.


domingo, 8 de abril de 2018

Amalia Bautista
Nos acompañará esta semana la poeta madrileña Amalia Bautista (1962). Licenciada en Ciencias de la Información,  tiene publicados numerosos poemarios y ha participado en varias antologías. Es la suya una poesía de línea clara y aparente sencillez no exenta de misterio. Ese es el tono del poema de la semana: amor y nostalgia.

Luz del mediodía

 

Ni tu nombre ni el mío son gran cosa,

sólo unas cuantas letras, un dibujo

si los vemos escritos, un sonido

si alguien pronuncia juntas esas letras.

 

Por eso no comprendo muy bien lo que me pasa,

por qué tiemblo o me asombro,

por qué sonrío o me impaciento,

por qué hago tonterías o me pongo tan triste

si me salen al paso las letras de tu nombre.

 

Ni siquiera es preciso que te nombren a ti,

siempre nombran la luz del mediodía,

la fruta, el paraíso

antes de la expulsión.
 

 

 

domingo, 1 de abril de 2018

Fabio Morábito
El escritor Fabio Morábito nació en Egipto (1955), pero pronto se trasladó a Italia y después con quince años a Méjico sin hablar una palabra de español. Sin embargo toda su obra literaria está escrita en nuestra lengua. Cuentista, traductor y poeta, en su obra cobra una especial importancia el aspecto físico de la realidad, el anclaje de lo cotidiano sirve para revelar el misterio de la existencia, como ocurre con los árboles del poema de esta semana.

Para sentirse vivo

En la naturaleza
todo está de pie:
los árboles,
los pájaros que están
sobre los árboles,
las hojas que se estiran
para limpiarse de las ramas.
Y cada uno piensa que los otros
son el suelo.
Las hojas creen
que toda rama está acostada
y ciega,
los pájaros
que el árbol ya no crece,
que es una especie de ruina,
y el árbol cree
que no hay más árboles,
no cree más que en sí mismo.
Nadie soporta que el sustrato
en que se apoya
tenga una vida propia,
que no esté muerto,
extinto,
que sea ligero.
Para sentirse vivo
hay que pisar una desolación,
algo que ya no tiene nada
que decir.