Cuento de Navidad, Celia Sánchez BTH1
Si se pudieran escribir lágrimas sobre el papel sería lo que estaría haciendo ahora
mismo.Mis jefes me han pedido escribir una historia de Navidad ya que estamos en vísperas
de Nochebuena, pero yo no encuentro la manera de empezarlo sin estallar en lágrimas.
Tal vez sea porque ya no siento la ilusión característica de la Navidad, esos dolores de
estómago cuando eras niño o esa ilusa determinación de no cuestionar cómo llegaron los
regalos a tu salón.
¿A dónde van los patos cuando se congela el lago?
¿A dónde va la niñez cuando ya eres adulto?
Pues no sé a dónde va pero si lo supiera estaría allí mismo refugiándome de no querer
crecer, en una especie de país de Nunca Jamás.
Unas horas después, sigo con el papel en blanco ya humedecido por tanta tristeza volcada
en él y me visto apresuradamente para ir a la cena con mi familia. Después de un aburrido
paseo, llego a la casa y mi rostro apagado no alarma a nadie, ni a mis padres que ya están
acostumbrados a percibir mi alma infeliz devorada por la adultez.
Pero de repente, me sorprende mi callado sobrino que se encuentra dando saltos por los
pasillos anunciando que hoy viene Papá Noel y me pregunta:
-¿Por qué te ves así?¿No ves que es Navidad?-
-¿Así, cómo?-, le respondo en un tono de entre duda y malestar.
-Pues que parece que te hubieras encontrado a un ladrón y te hubiera robado la felicidad.-
Perpleja ante su respuesta, no supe qué responder y huí de la situación. Nunca se me
habría ocurrido describir mi estado de depresión de una manera tan ingeniosa, supongo que
eso es otra característica que echo de menos de la niñez.
Durante la cena, me preguntan múltiples veces qué ha estado ocurriendo en mi vida para
que todo sea de color gris. A ellos tampoco supe qué responderles porque no entenderían
que hay momentos donde estás triste y ya. Ese momento para mí es la Navidad, una época
donde me siento el cliché de soledad personificado. Una época donde no soy capaz de
escribir sobre nadie porque todos acaban siendo más felices que yo.
Vuelvo a casa después de una cena horrorosa en la que se me hicieron veinte comentarios,
como poco, sobre mi peso y aspecto más innecesarios que yo recordando esto.
Enciendo la televisión y reproduzco por cuarta vez consecutiva esta semana la misma peli
romántica navideña que me hace desear un amor que no existe y me voy a dormir un día
más, un día menos.
Y escribo en mi diario: ¿Sabes tú quién me ha robado la felicidad? Dile que me la devuelva.
¿Qué será de mí?
Javier Amado BTH1
Era de noche,y aún no sabía cual sería mi destino,recuerdo aquellos momentos felices en Navidad cuando mi madre no trabajaba y nos pasábamos el día jugando al parchís.
Pero,todo eso cambió, ya cumplí doce años y mi madre me dejaba solo en casa mientras ella trabajaba.Tengo que reconocer que me lo pasaba en grande, comía y hacía lo que me daba la gana.Recuerdo muy bien esas tardes de pasarme todo el dia jugando a la PlayStation,me acostaba a las tantas y bastantes días llegaba tarde a clase. Mi madre,al enterarse de esto,me quiso quitar el teléfono móvil,pero entramos en una discusión y apareció la primera guantada.Aquella noche,se encerró en su cuarto y no salió hasta el día siguiente para ir a trabajar.
Tras esa noche,ya dejó de preocuparse por mi,ya que apenas iba a clase,me empecé a juntar con gente muy chunga y además le exigía el mejor iPhone del mercado tope de gama.La bola se hizo aún más grande y para mí Nike se había quedado para los pobres, necesitaba ropa más exclusiva.
Mi madre,para darme todo esto,trabajaba muchas horas extras y al llegar a casa,se convertía en nuestra criada.Al no ir a clase,todos mis amigos de la banda pasábamos la tarde en casa . Recuerdo como dejábamos la casa, parecía un basurero.
Así fue como una tarde,unos hombres vinieron a buscarme,eran del centro de menores.Al parecer mi madre me había denunciado.
Una vez en el centro de menores de Torre del Mar,recuerdo perfectamente aquel árbol de Navidad en la entrada con las bolas fundidas y muy descolorido.
Al entrar por primera vez,una mujer que parecía sacada de una película de terror,al parecer la recepcionista me dijo:
- No sé por qué estás aquí,pero piensa que en cualquier agujero,da igual cómo sea siempre habrá una salida con luz.-Me dijo la señora
Así fué como ahora mismo,estoy viendo cómo será mi futuro, porque esto no me gusta nada,quiero volver con mi madre.
Adjuntamos en los enlaces otros cuentos de nuestro alumnado:
Cambios por María Gabriela Unamo